sábado, mayo 20, 2006

Tultitlán, Aragón y Marcos

Hay días que las ocupaciones, imprevistos y otros condimentos desabridos de la ciudad nos hacen una invitación - sin alternativa a declinar - para convivir con aquellos detalles visuales, climáticos y olfativos de las grandes urbes.

El lunes por la mañana mis deberes me agendaban un trayecto no demasiado largo al desconocido kilómetro 33 de la carretera México-Querétaro. Una mañana muy agradable para los que apreciamos el clima fresco y húmedo que nos regala la temporada de lluvias. Inclusive me sorprendió ver que el tránsito de ese lunes, a las 9 a.m. era fluido, sin accidentes, volcaduras, impactos, mentadas de madre y otros tantos rasgos tan característicos. Definitivamente la lluvia enfrió las cabezas y los ánimos de todos los que conducíamos por la zona.

Hasta hace un par de días yo me seguía preguntado - hoy he desistido en el tema - ¿de dónde a dónde se miden los kilómetros de las carreteras?, pues mi memoria tiene aún presentes que, tras avanzar por la carretera a la altura de Fábricas de Francia y Perinorte, los complejos industriales empiezan a desfilar, entre ellos - y en ese orden - Fábrica de Ideas, Praxair, Osram, Unilever, Bacardí, Ford...; y si en el segundo de los aquí mencionados (y también mentados, ¿por qué no?) se indicaba el kilómetro 32.5, ¿dónde se había perdido la Distribuidora Kroma(*1)que indica su domicilio en el kilómetro 33?.

Tras una hora de inútil búsqueda en modalidad de infantería motorizada y de a pie. Decidí que era momento de desayunar para reanudar mi cometido más tarde. La zona no ameritaba pararse en cualquier de los no muy variados - pero si pestilentos - puestos de comida por lo que avancé un poco más hacia la zona de Cuautitlán Izcalli "anexas y conexas". Sin saber cómo, terminé saboreando unas deliciosas quesadillas en un pueblo llamado San Blas que, si ahora me preguntan dónde se ubica, lamento no poder responder, sólo recuerdo que las salidas de dicha población indicaban hacia Zumpango(*2) y Cuautitlán. De hecho, debo hacer mención del operador de la unidad 19 de los Autobuses Melchor Ocampo que me dio las más precisas indicaciones para volver a la carretera México-Querétaro una vez terminado mi desayuno. Cabe aclarar que el señor tuvo a bien sacrificar su música salvajemente grupera para bajar de la unidad y hacer los ademanes propios que me dejaran más claro el "váyase por acá y luego de las vías, da vuelta para allá".

Tras un par de vueltas por la carretera tratando de encontrar la Distribuidora Kroma, decidí que por la hora ya deberían haber depositado la sagrada quincena, misma que me permitiría abonar saldo a mi teléfono celular para hacer un par de llamadas a la empresa y que me proporcionaran las coordenadas exactas de su ya citado, kilómetro 33.

Debo decir que Cuautitlán Izcalli cuenta con una nada interesante plaza comercial QUE NO ALBERGA CAJEROS AUTOMÁTICOS DE INSTITUCIÓN BANCARIA ALGUNA... es más, ni la marca de "abonos chiquitos para pagar poquito" tiene una sucursal en ese sitio. Le podemos sumar que a dos cuadras el cajero de Banamex tampoco estaba prestando servicio y dadas las circunstancias, también expreso mi respeto y agradecimiento para el banco de las fuerzas armadas que si funcionaba y estaba algo escondido, lo que me permitió pitorrearme cuando pasé de regreso frente a Banamex para deleitarme con una creciente fila que ya triplicaba su tamaño.

Una vez cumplida la misión regresé a mi oficina con ánimos de no salir ni a la vuelta con el "señor de los jugos" quien diariamente me prepara un litro de betabel, zanahoria y naranja por la no tan módica cantidad de $12 (doce pesos, 00/100 MN).

Más tarde, en mis múltiples compromisos, terminé asistiendo a un funeral en los rumbos de San Juan de Aragón. En esos momentos puedo decir que la compañía fue fundamental para no desesperar en el tedioso y lento tránsito además del paisaje deprimente que acompaña a la Av. Central. Aquí el agradecimiento a Laura que me venía haciendo reír lo suficiente para no salir de mi unidad con los ojos desorbitados por la locura generada en la lentitud sobre el asfalto.

El resto de la semana ha transcurrido "sin novedá". Algunas visitas a clientes pero en zonas más cercanas y agradables como Polanco, Del Valle, Zona Rosa y hasta una visita a mi directora, a quien le ha bendecido la vida con un segundo retoño y que por ende no asiste a la oficina en estos momentos. Hoy, tras una visita a su domicilio que me tomó toda la mañana y que no niego fue un agradable momento, regresé a mi módulo de trabajo en Paseo de la Reforma, donde por "n" ocasión se esperaba una sufrida tarde debido a nuestros "¿vecinos?" de Atenco acompañados por el Subnormalcomandante Marcos.

Pocas veces había observado semejante despliegue de la fuerza pública: amplio e imponente, donde dobles y triples filas de uniformados rodeaban el edificio de la Bolsa Mexicana de Valores y la Embajada de los Estados Unidos de América, (a los de la torre Avantel, que nos cargue la chingada, no hay pedo). El punto es que, a pesar de todo, el tránsito a las 4 p.m. aún era aceptable y se mantuvo así hasta que por consideración de nuestra directora, que se mantiene en comunicación con nosotros todo el día vía messenger, nos permitió salir a las 6 p.m. y evitar que Don Marcos, San Marcos, TodossomosMarcosyahoraAtenco, nos obligara a permanecer hasta inciertas horas dentro del edificio.

Tanto a mi Directora (ella si, con mayúscula) como al sub, agradezco haber salido temprano este viernes.

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*1 Su nombre comercial es COMEX
*2 Sólo Ariel sabrá porqué hago incapié en ese nombre

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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