jueves, octubre 13, 2005

Por poco y termino cenando una hamburguesa

ACLARACIÓN
Aunque podría dar detalles de mi propósito en la Angelópolis, considero que no viene al caso por ser trabajo lo que me trae por aquí. Disculpen los lectores si omito el asunto.

PREPARATIVOS
Tras una ajetreada mañana para conseguir los viáticos pertinentes, reservar la habitación y los boletos de avión, partí para Puebla de los Ángeles a las 17:40 por ADO GL, misma que partió puntual desde la mejor conocida TAPO que se ubica frente a la Cámara de Diputados.

RUMBO AL DESTINO ANGELICAL
Aún cuando la pantalla de plasma me permitía apreciar mejor la película que estaban pasando en el camión (La Hija del Presidente) decidí que era mejor aprovechar el tiempo para leer un par de capítulos de un libro que necesito terminar para preparar una exposición de la maestría, por lo que aproveché el tiempo en esa interesante labor y posteriormente tomar una breve siesta.

EL CENTRO DE CONVENCIONES
Posteriormente hablaré del hotel. Tras dejar mi equipaje en la habitación 328, me dirigí al Centro de Convenciones de la Ciudad de Puebla, que se encuentra apenas a dos cuadras de mi alojamiento, por lo que la caminata ni siquiera me supo. Debo mencionar que crucé por el Jardín San Francisco, donde hace ya algunos meses sostenía una plática con mi amigo Jorge Ariel, quien me acompañaba a pasar un rato por la provincia mexicana.
El Centro de Convenciones guarda ese sabor a viejo, pero cabe destacar que la labor de restauración y de conservación es laudable al mismo tiempo que la incorporación de alta tecnología y el esmero en calidad y servicio al cliente se hace presente.
Tras saludar a algunas personas e intercambiar las primeras tarjetas (hoy día, mamonamente llamadas "business card") nos dirigimos al cocktail de bienvenida que resultó agradable aunque ya los trajes y las corbatas eran demasiado incómodos para el calor que nadie esperaba (el evento advertía "el atuendo deberá ser formal abrigado").

EXPLORANDO LOS ALREDEDORES
Terminado el cocktail y ya con unos vodkas encima, me encaminé de regreso al hotel. Para quien decida visitar esta ciudad, puedo recomendarles este sitio llamado "City Express", que no cobra demasiado caro, tiene tarifas preferenciales si se asiste a algún evento importante.
La habitación 328 ya tenía ordenada la laptop en el buró, mis trajes en el ropero y todo listo para invitarme a tomar un fresco baño nocturno. Aunque mi intención era disfrutar del internet de alta velocidad en mi cuarto, las ibook tienen un ligero problema que no pude descifrar y decidí bajar al Business Center para escribir esta entrada.
Antes de tomar el baño y dedicarme a estas líneas, el estómago me sugirió tomar un refrigerio, mismo que no valía la pena pedir a recepción, pues los menús se limitan a hamburguesas, pizzas y otras cosas que en la ciudad nos sobran y pertenecen por mucho a la cotidianeidad.
Me vestí unos jeans y tenis de caminada para salir y tomar el fresco nocturno poblano e inicié el ascenso por la calle 2 Oriente en búsqueda de los tacos, la birria o lo que fuera un poco más... "poblano".

LA CALLE 2 ORIENTE
Me llamó la atención encontrarme a lo largo de esta calle tres automóviles a los que, siendo casi las 10 de la noche, les estaban dando servicio de reparación, máxime que en ninguno de los tres sitio donde los miré, había algún letrero de "Taller Mecánico". Muy a parte de eso, pasé por cuatro farmacias, tres taquerías y dos expendios de pan.
En las taquerías saltaba a la vista un detalle grande: a la entrada, como en cualquier establecimiento de la Capital, se encuentra la aguja para el trompo de pastor, más me resultaba singular que las agujas estaban perfectamente limpias y evidentemente no tenían carne. Podríamos pensar que aún no preparan la carne pero... ¿en Puebla?, ¿en miércoles?, ¿a las 10 de la noche?... mi conclusión fue: las agujas de pastor se usan como un muy particular ornamento en esta ciudad de templos.
Precisamente estos factores que me hicieron cuestionar la parafernalia taquera poblana me hicieron pensar que sería difícil encontrar una taquería abierta; pasé por dos o tres loncherías (o luncherías, según el sitio del que se tratara) que no se veían del todo higiénicas. Más adelante las vecindades que por más descuidadas que estuvieran, no inspiraron en mi el temor de las oscuras, siniestras y olvidadas unidades de la Ciudad de México.
Tras caminar por la 2 Oriente, 14 Norte, 18 Norte, 6 Oriente y otras tantas con nombres similares; consideré que quizá lo mejor sería una pizza en mi habitación, por lo que di la media vuelta y con mi sentido de la orientación (cuando soy peatón) en el pleno de sus funciones, me encaminé a City Express.
Tomé algunas calles alternas que según mi brújula interna me indicaba serían una opción para llegar más rápido y por sendero más corto, lo que me llevó a dos o tres calles de lunar pavimento y varias vecindades donde se escuchaba música de banda a todo volumen, desfilaban las "bolitas" con la guama en la mano, los "rudos" que juegan baraja española y dos o tres parejillas en las puertas vigilando que la mamá o el papá no los pillara "con las manos en la..."

10 ORIENTE
Precisamente la última calle en la que tomé a la derecha, me dejó encaminado a la parte posterior del Centro de Convenciones, lo que me hizo pensar que me aproximaba a una deliciosa hamburguesa con salsa bbq, pero cuál fue mi sorpresa cuando llegando a la 10 oriente, me encuentro con un mercadillo de alimentos "Comida Típica Poblana El Alto", donde había mariachi, tríos norteños, etc.
Después de hacer un reconocimiento rápido por el lugar, me instalé en "El Rincón de los Azulejos - desde 1920 - " donde un chamorro de carnero, una indio y medio kilo de tortillas hicieron de mi noche un manjar de mexicaneidad.
Posteriormente, andé los últimos pasos hasta el hotel en el que me hospedo e hice la escala final en un Italian Coffee que se encuentra en uno de los locales comerciales del frente del hotel. Posteriormente subí a mi habitación donde disfruté de un delicioso baño caliente mientras una novela repetida, que la televisión poblana transmite en horario post estelar, hacía el suficiente ruido para no extrañar la radio.

EL BUSINESS CENTER
La gran ventaja de un hotel por las noches, es que puedes disponer de todo sin riesgo a miradas o comentarios de gente molesta. He bajado al business center aún con el cabello húmedo y en pantuflas, no sin antes pasar a la máquina de hielo por un par de cubos que enfríen un poco más mi moka con crema chantilly y me encuentro a media luz, con la persiana abierta para disfrutar del jardín iluminado, únicamente mi pda, la pc y mi café me hacen compañía.

A mis amigos, como siempre, estas líneas no tiene otro sentido que compartirlas con ustedes y agradezco a quienes las leen. Mañana será otro día, donde espero tener el mismo tiempo y disposición para redactar nuevamente.

El tiempo que he prepagado está por expirar, pero como sea, narrarles esta primera parte de mi viaje es una oportunidad de expresarles mi aprecio.

Un saludo en particular a Jorge Ariel, quien se encuentra en otra ciudad angelina, pero muy lejos de su hogar.

domingo, octubre 09, 2005

Acidez dominguera

Existen numerosos tratados sobre los problemas de aprendizaje; con mayor o menor crédito, cada uno demuestra como ciertos factores externos o internos han de mermar la capacidad de concentración, asimilación de conceptos, jerarquización de datos y otras funciones que nuestro cerebro, en circunstancias adecuadas, debe cumplir.

A través de los años, el estudio de los problemas de aprendizaje ha derivado ya en una disciplina dentro de la psicología educativa, lo que se refleja en departamentos enteros que se dedican, dentro de escuelas, empresas y diversas instituciones, a la aplicación de baterías descomunales de exámenes y pruebas psicométricas para encontrar los elementos que dificultan el aprendizaje en las personas. No olvidemos que los problemas de aprendizaje también provocan una disminución en la productividad.

Se ha encontrado que en varios casos las personas son dispersas o en su defecto, necesitan de un gran número de actividades simultáneas para poder sentirse ocupadas y por ende satisfechas.

A lo que va mi comentario de este domingo es: si se tienen tratados tan extensos y profundo sobre la capacidad de concentración de las personas, ¿existirá alguna página que hable del por qué uno no se puede terminar de concentrar cuando sufre de acidez por una noche de alcoholes, pozole y tacos de cochinada?

domingo, septiembre 25, 2005

8 minutos en mi ordenador

Tras una búsqueda no muy larga más si exhaustiva para seleccionar resultados, he hallado semanas atrás una paquetería que me será tremendamente útil para continuar mis estudios del idioma ruso.

Este idioma, que parecía una cosa exótica y complicada, se torna día con día algo más familiar y espero en poco tiempo poder desenvolverme adecuadamente en una conversación con mis amistades rusas.

El programa lo he encontrado en una versión que ocupa tres discos. Por lo que la transferencia requiere de mucha paciencia. Para este momento ya tengo el tercer fragmento listo y, considerando que es importante tener un respaldo, decidí grabar un disco compacto con la información.

Tras dar la orden a mi computadora personal, llega la crisis de "¿qué hago en los 8 minutos que me indica se tardará en hacer la copia?".

En conversación con mi amigo Jorge Ariel, recibí varios comentarios en tono inquisitivo, reproche, sugerente y de exhortación a retomar mis aportaciones a la bitácora virtual.

Ciertamente he dejado de lado mi hábito "bloggero" (honestamente no me gusta usar términos del spanglish) y creo que fue buen momento para retomarlo.

8 minutos, pueden ser la invitación a mirar la programación del Cablevisión, leer el capítulo de algún libro, organizar la vida de las restantes horas del domingo, llamarle a un amigo por teléfono, enviar mensajes vía SMS, peinarse, bañarse, revisar los compromisos de la semana y mil cosas más. Yo sólo quise entrar a mi bitácora virtual y redactar.

domingo, agosto 28, 2005

Y como dice la canción: "es mi soledad..."

Con seguridad todos los que llegan a leer esta bitácora - que no creo que sean muchos - y también aquellos que no acceden a esta dirección, se han imaginado en el futuro. Desde "¿qué haré mañana?" hasta "¿cómo me veo en 10 años?" o posiblemente más. Depende de la capacidad prospectiva de cada uno.

A partir del escenario supuesto, deseado, planteado, dibujado, garabateado, alucinado o simplemente soñado y, según la iniciativa de cada quien y los medios respectivos, tratará de llegar - o no llegar - al punto divisado.

Hoy quiero expresar algo que ha pasado por mi mente en los últimos meses, sin otro afán que eso: externar a través de palabras, una imagen que se encuentra muy arraigada, como raíz de eucalipto en una banqueta de la Ciudad de México.

Cuando me veo en cinco años o un poco más, únicamente encuentro a un Paco Flores en una ciudad muy lejana de ésta en la que nací y he vivido con los mejores amigos del mundo y con mis padres.

Veo pavimentos húmedos por la lluvia, zapatos que van y vienen sin ritmo pero con prisa, con abrigos gruesos, automóviles viejos y autobuses repletos. Veo un cielo un tanto gris, por la iluminación tan distinta a la nuestra debido a la inclinación del globo terráqueo. Me veo en Rusia, me veo caminando hacia mi trabajo, un local de mediana estatura donde preparo con pasión y buen humor la mejor comida mexicana para que los ex-soviéticos y nuevos rusos degusten su paladar con lo que para ellos resulta exótico.

Debo ser sincero, en estas imágenes cortas, jamás me he visto con pareja, creo que seré un hombre solitario, más no es motivo de angustia ni mucho menos; creo firmemente en la teoría de un buen amigo mío - quizá el único que lee estas líneas - quien bien dijo: "naces solo y mueres solo". Definitivamente creo que mi destino es ese y no me desanima, creo que a veces la soledad es la mejor compañera.

Sin menospreciar la buena compañía de mis amigos, debo decir que en la medida de lo posible, espero que si algún día llego a vivir en esas euroasiáticas tierras, puedan visitarme y que también gocen de una cultura que parece estar en otro planeta.

La soledad - volviendo al tema inicial - se torna entonces un atractivo paquete de viaje en esta caminata de la que desconocemos el último paso.

Dedico el texto leído a mis amigos nuevamente, ¿a quién si no a ellos? que hacen de la soledad - paradójicamente - un estadío de deliciosa compañía.

domingo, agosto 21, 2005

Beberse el tiempo en cinco pasos

1. Destapando
Un par de días atrás tuve una experiencia que, por trivial que parezca, a muchos les sonará un tanto extraordinaria: desperté y miré el reloj, quedaban 13 minutos antes de que mi alarma hiciera su fastidiosa, infaltable y ruidosa labor; decidí adelantarme a sus maléficas instrucciones por mí dadas doce meses atrás y apagué mi celular.
Me recosté nuevamente soltando una fuerte y sonora bocanada de aire que relajó mis ahora más limpios pulmones (cabe decir que llevo más de cinco meses sin fumar). Cerré los ojos nuevamente con el propósito de abandonarme al descanso - ¡pero es viernes! - y mañana sábado ¿por? - ¡debes levantarte y prepararte para el trabajo! - siempre llego una hora antes a trabajar y me quedo varias después, ¿cuál es el problema? - está bien, descansaremos un poco más.

2. La frescura sale vaporizada
Al abrir los ojos nuevamente, mi cuerpo estaba más entero que nunca y con los músculos llenos de vigor. Me adentré en la regadera para disfrutar del baño.
- Quedan veinte minutos para mi hora de entrada - y ocho horas con veinte minutos para la salida, ¿no es así?.
Aunque mi costumbre es el agua fría para mantener la piel tersa, evitar la pérdida del cabello y despertar por completo, en esta ocasión dejé que se templara al punto exacto que extrañaba. Mi piel quedó turgente, agradecida y lista para recibir una buena dosis de crema libre de alcohol y premuras.

3. El primer trago
Revisé mi rostro en el espejo, necesitaba una afeitada que hice con mano de artesano y actitud de tibetano. ¡Qué bien!, hoy me veo más joven, pero sobretodo por la mirada, la sonrisa y en general, por un semblante relajado. El desodorante, la pomada de los pies, la crema y el gel para el cabello fueron llegando a su turno en una larga, exquisita y vanidosa espera y nunca habían sido tan cuidadosamente administrados en sus respectivos destinos.

4. La bebida recorre el interior y siento su baja temperatura en mi organismo
Aunque la ropa ya ha sido seleccionada con antelación, en esta ocasión la miré con detenimiento, no había problema en la combinación, pero... ¿por qué no probar otras alternativas?. Varios minutos pasaron antes de que tomara la decisión de vestirme. La placentera sensación de estar tirando el tiempo como dinero en un yak me hizo sentir rico y poderoso. En verdad era dueño de mi tiempo. ¿El reloj?, ¿quién preguntó por el reloj?... no lo se, ¿había alguno por aquí?.

5. Termino mi bebida y miro al horizonte como vaquero del Mundo Marlboro
Es momento de ir a mi auto, encenderlo y partir hacia la diaria labor. ¡12 minutos! - ¿por qué? - ese es el tiempo que siempre haces - ¿y? - ¿pretendes ir más despacio que eso? - no prentendo nada, sólo tomaré una hora para llegar... hay un cafecito en el trayecto que podría conocer.

Dedicado a todos mis amigos que vivimos en esta ciudad y que padecemos de problemas digestivos con el tiempo. Casi siempre nos lo atragantamos, otras menos nos lo comemos, pero muy pocas podemos beberlo y casi nunca degustarlo, cual enólogos con un buen tinto.

lunes, agosto 08, 2005

De Cocina, Cuchillos y Merthiolate

Las heridas de guerra, son todos aquellos recuerdos que nos dejan un sabor a victoria, estupidez, accidente, sacrificio, mérito y experiencia única; pero sobretodo es el trofeo único e irrepetible.

Herencia del futbol americano hay varias cicatrices en mis nudillos, rodillas y pecho, aunque nada como la escoleosis que adorna mi columna vertebral y que deriva en ciertos dolores de vez en cuando. Invaluable memoria de los scouts es el daño a una pequeña parte de mi dentadura, fracturas y descalabros menores.

Hasta la fecha, no puedo olvidar que mi primera herida importante acaeció a mis tempraneros 5 años cuando salía a toda velocidad (sea cual fuera la máxima rapidez que puede alcanzar un escuincle de esa edad) y fui a toparme con un tubo de orillas puntiagudas que dejaron rastro en mi lateral derecho. A partir de ese instante habría iniciado una racha de accidentes de esos que todos podemos recitar hasta el cansancio sin perder dato de uno solo.

Una torcedura, un diente, fractura de brazo, dedo, tabique desviado, varios moretones, cortadas y demás medallas que todo "hombre de acción" colecciona se vuelven parte de la parafernalia corporal.

Tras la derrota de las Chivas del Guadalajara y durante la preparación de un delicioso cocktail de camarón, escribo esta breve bitácora en memoria de mi último trofeo: un poco estético, molesto e incómodo corte en la falange distal del índice derecho.

Una felicitación a los gatetes que celebran la victoria de su equipo contra los rayados rojiblancos.

martes, julio 26, 2005

El Gol que Tiró la Chela

En más de una ocasión he tenido el placer de compartir momentos deportivos con mis amigos. Éstos se caracterizan por el obligado complemento de la botana y dip, refresco, ron, tequila, vodka y en ocasiones las hamburguesas u otro plato fuerte. Pero lo que nunca ha faltado es la cerveza... la espumosa y fría chela.

Una vez que hemos tomado posesión (y posición) en los sillones, cada uno de los asistentes, con pareja o sin ella "tomamos partido en el partido", es decir, empezamos chingar al prójimo que no comparta nuestra devoción por una playera. Aquí tenemos de varias calañas:

1. El Gato: es aquel que siente que su sangre es de alcurnia (por aquello de lo azul) aún cuando paguen menos de $5 (cinco pesos - moneda nacional) por semestre y aún así protesten si llega a presentarse un mínimo rumor de aumento a la tarifa. También presumen de problemas en la piel por una pigmentación atípica que para ellos es motivo de inconmesurable orgullo. Olvidaba mencionar que su mayor problema es la existencia de cierto equipo de colores similares, aunque de mejor gusto y no pueden vivir sin criticarlos.

2. El Borrego: este segundo sector puede llegar al extremo de no comer birria, barbacoa y los clásicos mixiotes por "ser síntoma de canibalismo". No obstante su enfermedad psicogástrica, actualmente pueden presumir, con justa razón, de ser la sección medular de la mentada Selección Nacional. Presentan el mismo problema que los gatos: no pueden vivir sin el equipo "de Coapa", pues representa su equilibrio. Para los que conozcan del medio colonial, pueden pensar en el equilibrio que antaño existía entre el CUM y la ULSA.

3. Los Pollos: aunque el que suscribe tiene aquí su preferencia, trato de dar el mismo tono al comentario sobre los "azulcrema" para evitar perder la objetividad. Actualmente nos vestimos con la casaca a diario pues pasó tiempo antes de poder festejar nuevamente. Contrario a los equipos anteriormente mencionados y los restantes, no padecemos fobia por una escuadra en particular. Podemos vivir de nuestros colores únicamente. Generalmente somos un equipo criticado por cada campeonato ganado, cuestionado siempre por la legitimidad de sus títulos. ¿Qué puedo yo decir?... "así es la oposición".

Esta breve descripción nos deja ver grosso modo la dinámica que puede tomar un grupo. El grito de "goool" es igual de intenso por parte de las distintas fracciones "poco parlamentarias - harto incendiarias".

Tras intentar dejar mi mente en blanco en este momento para recordar más detalles que enriquezcan la narración, el resultado es el mismo que el marcador del partido de ida del "Campeón de Campeones".

Precisamente ese hecho es el que inspira esta bitácora. Pasaron los primeros cuarenta y cinco minutos del primer tiempo... el siguiente tanto para dar paso al tiempo de compensación y nunca llegó el gol que motivara el salto de alguno de los expectadores y que por accidente diera el rodillazo a la mesa y acometiera contra el equilibrio de las botellas. El "gol que tiró la chela" no llegó.

Algunos dicen que el soccer resulta un pretexto para la barbarie, para el alcohol y las manifestaciones viales; yo lo considero una oportunidad de convivir con las personas que uno quiere y que, con sus distintos matices, no dejan de dar sabor al delicioso plato de la amistad.

Con cariño para mis amigos futboleros.

viernes, julio 15, 2005

Cocina para el carácter

El hervor de la cotidianeidad nos invita en ocasiones a buscar los ocultos sabores del especiero llamado aventura.

En cuantas ocasiones no optamos por romper la rutina, como si quebráramos la pasta para someterla al calor del agua salada (para no pegarse en la olla) y condimentar después de un buen baño en aceite de olivo extravirgen.

Las opciones para cambiar el hábito en un día pueden agruparse en dos:

La pimienta blanca: lista para usarse y que puede guardarse por años sin alteración. En ocasiones esa es la forma más sencilla de encontrar un distractor. El cine, el café con los amigos y la reunión casera; cualquiera de éstas representa, per se, una alternativa no muy difícil de ejecutar.

La pimienta negra: que para no perder su esencia debe ser molida al momento de usarla, en bruto, sin otro destino que el consumo inmediato y sin reposo. Los campamentos cocidos en express, son como un platillo italiano. Con apenas un destino pensado que precipitadamente toman forma y cuando nos percatamos de ésto, estamos a la mitad de un camino con olor a plato fuerte y abundante.

La vida es un abanico de posibilidades, como especias, infusiones, aceites, pastas, carnes y salsas encontramos en un menú. Cada uno es el chef de su propia vida y sazonar se vuelve la construcción de la historia personal. Hay sabores fuertes a parmesano que invitan a vivir intensamente, pero no en exceso; y encontramos también las esencias suaves que pueden repetirse hasta el hartazgo sin fastidiar el paladar. También es necesario saber los tiempos para cosa, todos los excesos son malos y dejamos quemar de más el azucar, la salsa de naranja se hace agria, pero si no dejamos al fuego el tiempo suficiente un poco de harina y mantequilla, tendremos un bechamel desabrido.

El devenir del tiempo nos evoca al agua misma, pero sería un delito culinario dejar que nuestra existencia quede sin sabor y sin color como el líquido vital. Puede ser más interesante dejarla enfriar dejando caer en ella una rodaja de nuestra imaginación que en segundos pueda permear su esencia y sin saturar deje un sabor muy personal.

No cabe duda que cada quien es responsable de la forma en que degusta o devora su propia vida.

¡Buen provecho!.

miércoles, julio 13, 2005

Hoy no vi la televisión en calzones

Mentiría si negara que reposar en un sillón en ropa interior o en su defecto, con ropa de cama puede resultar placentero. Quizá después de un baño nocturno, con una bebida y tal vez una ligera y deliciosa cena; todo listo para "ver un poco de tele".

Pero el punto de esta primera reflexión de mi bitácora es la imagen del hombre que sin haber pasado por la inicial higiene matutina, logra disfrutar sin mayor empacho de un día frente al televisor dejando su vida celebrando un gol o bien, memorizar los episodios de los personajes amarillos de Springfield.

Por la mañana disfruté de un desayuno familiar para pasar el resto del día hasta entrada la tarde con buenos amigos en un evento de los Hermanos Maristas. Posteriormente me dediqué a la depuración de archivos en el disco duro de la máquina donde ahora redacto estas líneas y de paso leí la tercera parte de una novela que hace años pasó por mis manos y que ahora decidí recordar. Más tarde me informé sobre Rusia en una revista especializada con la que inicio mi colección de documentos sobre ese país que tanto me atrae. Por último, tomé la determinación de empezar a escribir las muchas reflexiones que siempre han quedado como monólogos en mi mente.

En mi humilde punto de vista, he aprovechado un alto porcentaje del día y he puesto punto de partida para algunas líneas de interés que esperaban para nacer.

¿Qué pasa entonces con aquellas personas que resumen su vida en trabajo-casa, televisión-sueño, u otras rutinas similares?.

Caí en la cuenta, tras una corta meditación al respecto, que algunos de mis amigos y yo pertenecemos a un mundo distinto al de la mayoría de las personas. Vivimos en un estado de cambio continuo que incluso vuelve a nuestras horas la más impredecible concatenación de sucesos.

La rutina excesiva no sólo somete nuestro tiempo, también subyuga la voluntad para evitarlo y la imaginación para combatirlo.

Esta primera reflexión, la dedico a un amigo con quien comparto el privilegio de ser "multítono" (pensando que este término sea el antónimo de "monótono"). Un abrazo a mi amigo Jorge Ariel.

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