viernes, julio 15, 2005

Cocina para el carácter

El hervor de la cotidianeidad nos invita en ocasiones a buscar los ocultos sabores del especiero llamado aventura.

En cuantas ocasiones no optamos por romper la rutina, como si quebráramos la pasta para someterla al calor del agua salada (para no pegarse en la olla) y condimentar después de un buen baño en aceite de olivo extravirgen.

Las opciones para cambiar el hábito en un día pueden agruparse en dos:

La pimienta blanca: lista para usarse y que puede guardarse por años sin alteración. En ocasiones esa es la forma más sencilla de encontrar un distractor. El cine, el café con los amigos y la reunión casera; cualquiera de éstas representa, per se, una alternativa no muy difícil de ejecutar.

La pimienta negra: que para no perder su esencia debe ser molida al momento de usarla, en bruto, sin otro destino que el consumo inmediato y sin reposo. Los campamentos cocidos en express, son como un platillo italiano. Con apenas un destino pensado que precipitadamente toman forma y cuando nos percatamos de ésto, estamos a la mitad de un camino con olor a plato fuerte y abundante.

La vida es un abanico de posibilidades, como especias, infusiones, aceites, pastas, carnes y salsas encontramos en un menú. Cada uno es el chef de su propia vida y sazonar se vuelve la construcción de la historia personal. Hay sabores fuertes a parmesano que invitan a vivir intensamente, pero no en exceso; y encontramos también las esencias suaves que pueden repetirse hasta el hartazgo sin fastidiar el paladar. También es necesario saber los tiempos para cosa, todos los excesos son malos y dejamos quemar de más el azucar, la salsa de naranja se hace agria, pero si no dejamos al fuego el tiempo suficiente un poco de harina y mantequilla, tendremos un bechamel desabrido.

El devenir del tiempo nos evoca al agua misma, pero sería un delito culinario dejar que nuestra existencia quede sin sabor y sin color como el líquido vital. Puede ser más interesante dejarla enfriar dejando caer en ella una rodaja de nuestra imaginación que en segundos pueda permear su esencia y sin saturar deje un sabor muy personal.

No cabe duda que cada quien es responsable de la forma en que degusta o devora su propia vida.

¡Buen provecho!.

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